La cultura, en su
rica diversidad, posee un valor intrínseco tanto para el desarrollo como para
la cohesión social y la paz.
La diversidad cultural es una fuerza
motriz del desarrollo, no sólo en lo que respecta al crecimiento económico,
sino como medio de tener una vida intelectual, afectiva, moral y espiritual más
enriquecedora. Esta diversidad es un componente indispensable para reducir la
pobreza y alcanzar la meta del desarrollo sostenible, gracias, entre otros, al
dispositivo normativo, hoy día ya completo, elaborado en el ámbito cultural.
Simultáneamente, el reconocimiento de
la diversidad cultural – mediante una utilización innovadora de los medios y de
los TIC en particular – lleva al diálogo entre civilizaciones y culturas, al
respeto y a la comprensión mutua.
Por consiguiente, el fomento de la
diversidad cultural – "patrimonio cultural de la humanidad"
(Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural, 2001) y su
corolario, el diálogo, constituye un verdadero reto en el mundo de hoy y se
sitúa en el núcleo mismo del mandato de la UNESCO.